¿Por qué sigo fracasando en esto, por mucho que lo intente?

Me lo dijo una amiga entre lágrimas, mirando su taza de café como si en el fondo del vaso pudiera encontrar una explicación. Se acababa de separar. Otra vez. Y lo decía con una mezcla de rabia, tristeza y un cansancio que no era físico, sino emocional. Ese tipo de agotamiento que sientes cuando te das de bruces contra la misma pared una y otra vez, esperando que esta vez sea diferente.

Y quizá tú también te has sentido así.

Una ruptura no es solo perder a una persona. Es perder el futuro que te habías imaginado con ella. Es tener que redefinir tus domingos por la tarde, tu rutina, tus canciones favoritas. Es que de repente todo tenga un sabor distinto. Es un duelo. Y como todo duelo, viene con un revoltijo de emociones que no siguen ningún orden lógico.

No importa si fue una relación de seis meses o de seis años. Lo que duele, duele. Y punto.

A veces sentimos que deberíamos estar mejor ya. Que han pasado semanas, meses incluso, y seguimos en ese bucle de recuerdos, reproches y silencios. Como si el tiempo tuviera un calendario universal para el desamor y no cumplimos con el cronograma. Pero, ¿cómo se mide el dolor? ¿Quién marca los tiempos del corazón?

Hay rupturas que duelen como una herida limpia. Otras, como una infección que va creciendo por dentro sin que te des cuenta hasta que te deja sin fuerzas. A veces te dicen: «mejor solo que mal acompañado», y tú solo piensas: «pero es que yo no me sentía mal hasta que se fue». Y te cuestionas: ¿era amor o era costumbre? ¿era cariño o era miedo a la soledad?

Y ahí empieza el desorden emocional.

Leer ahora  ¿Realmente te Quiere? ¿O es Conveniencia? Tarot de Jesús

Una parte de ti quiere correr hacia adelante, como si todo fuera cuestión de ocupar el tiempo con cosas nuevas: planes, amigos, gimnasio, aplicaciones de citas. Lo que sea, con tal de no mirar atrás. Pero hay otra parte que necesita detenerse. Respirar. Llorar si hace falta. Repetir mil veces lo que pasó, lo que no pasó, lo que pudo haber pasado. Y esa parte también merece espacio. Porque si no se siente, no se sana.

Nos cuesta mucho hablar de la ruptura como algo natural, como parte del camino. Siempre nos la venden como un fracaso. Como si amar y que no salga bien fuera motivo de vergüenza. Pero, ¿y si no lo fuera? ¿Y si simplemente fuera otra forma de aprender sobre ti, sobre lo que buscas, sobre lo que ya no vas a permitir?

No todas las relaciones llegan para quedarse. Algunas llegan para romperte y, en ese rompimiento, mostrarte todo lo que habías olvidado de ti. A veces lo que más duele no es perder al otro, sino descubrir cuánto te habías perdido a ti mismo intentando sostener algo que ya no tenía sostén.

Y sí, hay noches largas. Silencios incómodos. Recuerdos que se te cuelan sin pedir permiso. Lugares que ahora evitas. Canciones que saltas. Pero también, poco a poco, empiezas a notar que respiras diferente. Que ya no revisas el móvil como antes. Que puedes reírte sin culpa. Que la herida, aunque sigue ahí, ya no sangra como antes.

No se trata de «superarlo». Esa palabra está sobrevalorada. Se trata de integrar. De entender que eso que viviste formó parte de tu historia, pero no la define entera. Que el amor no es una ecuación matemática con garantía de éxito. Que puedes amar mucho y aún así que no funcione. Y eso no te hace menos valioso. Ni menos digno de amor.

Leer ahora  Videntes las 24 Horas te atienden con el Maestro Jesús por Bizum ✨

Te voy a decir algo que quizás no esperas escuchar: está bien no estar bien. Está bien si hoy no tienes ganas de nada. Está bien si no entiendes por qué todavía piensas en esa persona. Está bien si sientes rabia, si te culpas, si extrañas. Es parte del proceso. Es parte de ti.

Pero no te quedes ahí para siempre.

Rodéate de personas que te sostengan sin juzgarte. Escribe lo que sientes, aunque nadie lo lea. Haz cosas que te devuelvan poco a poco la sensación de estar vivo. No por obligación, sino porque en el fondo sabes que mereces algo más. No te obligues a olvidar, pero tampoco te niegues la posibilidad de volver a empezar.

Y no, no tienes que tener todas las respuestas hoy. Solo una pequeña certeza: que estás aquí, respirando, leyendo esto. Y eso ya es un comienzo.

Hay una frase que siempre vuelve a mí cuando hablo con personas que están pasando por esto: “No hay corazón roto que no te enseñe algo que necesitabas aprender.” A veces lo aprendes pronto. A veces te lleva años. Pero llega.

Quizá aún no lo veas claro. Quizá todavía hay mucho por sanar. Pero créeme: un día despertarás y notarás que has cambiado. Que algo dentro de ti se acomodó. Que ya no te pesa tanto. Y ese día, sin darte cuenta, habrás dado el primer paso hacia una nueva historia. Tal vez más tuya. Tal vez más libre. Tal vez, esta vez, más consciente.

Lo más bonito de todo esto es que aún no se ha escrito el capítulo siguiente. Y eso, aunque ahora parezca incierto, también es una promesa.

Leer ahora  Descubre lo que el Tarot Gratis Puede Revelar Sobre lo que Siente: Una Guía Secreta para Comprender las Emociones Ocultas

Porque todo lo que se rompe, deja espacio para que entre la luz.

Deja un comentario

WhatsApp 694480956