Tengo una tía que vive en una casa de adobe con piso de tierra, rodeada de gallinas y huertas improvisadas. No tiene televisión, no sabe lo que es Amazon Prime y nunca ha pisado un centro comercial. Sin embargo, cada vez que la visito, su risa truena como campana en domingo. ¿Cómo demonios puede alguien con tan poco vivir con tanta paz? Fue una lectura del Tarot de Jesús la que me abrió los ojos: tener menos no solo trae paz, puede traer una felicidad que la riqueza jamás podrá comprar.
El Tarot de Jesús —sí, ese que fusiona la sabiduría espiritual con arquetipos del tarot tradicional— no habla en acertijos ni lanza promesas de fortuna. Habla de alma, de propósito, de lo que de verdad importa cuando se apagan las luces del ego. En una tirada que hice buscando respuestas sobre el desasosiego moderno, salió la carta del Ermitaño, seguida del Diez de Copas invertido. Ahí estaba todo: la búsqueda interior y la falsa plenitud del mundo material.
Tener menos te obliga a mirar hacia adentro. Cuando no tienes el ruido constante del “más, más, más” susurrándote al oído, empiezas a escuchar tus propios pensamientos. Y aunque eso puede asustar, también es el único camino hacia la paz. El Tarot de Jesús lo pone claro: la ausencia de exceso es un espacio fértil para la presencia divina.
Vivimos intoxicados por la idea de que el confort es sinónimo de felicidad. Pero, ¿cuántas veces nos hemos sentido vacíos justo después de conseguir eso que tanto anhelábamos? Un celular nuevo, un ascenso, un auto más brillante… todo eso se marchita más rápido que una rosa en verano. El Tarot de Jesús enseña que esos logros son espejismos: la verdadera plenitud viene del espíritu en paz, no del bolsillo lleno.
Y ojo, esto no es una oda a la pobreza ni un romanticismo barato del sufrimiento. Se trata de reconocer que muchas veces, lo que creemos que nos falta es exactamente lo que nos salva. El Tarot lo dice sin filtros: el apego nos enferma. El minimalismo espiritual —no acumular, no obsesionarse— es el camino hacia una vida menos ruidosa, más ligera, más nuestra.
Una vez hice una tirada para un empresario millonario que lo tenía todo: propiedades, viajes, una cuenta bancaria que parecía teléfono. Sin embargo, su alma estaba hecha trizas. Salió el Cuatro de Espadas junto con el As de Copas. El mensaje fue brutal: detente, escucha tu corazón, porque no importa cuánto tengas si no sabes qué te hace feliz de verdad. Lloró. Y entendió. Vendió dos empresas y se fue a recorrer Sudamérica con una mochila.
Por eso cuando hablamos de que “tener menos trae paz”, no es una frase cliché de taza de café. Es una verdad espiritual tan antigua como los Evangelios. Jesús mismo lo decía: “No acumulen tesoros en la tierra…”. Y el Tarot, desde su simbología, nos lo recuerda con cada carta de humildad, introspección y desapego.
El Tarot de Jesús no te dice que renuncies a todo y te vayas a vivir a una cueva. Te invita a vivir con intención. A elegir lo que necesitas y soltar lo que solo ocupa espacio. Te enseña a amar desde la gratitud, no desde la carencia. A buscar lo divino en lo simple. A encontrar en una sopa caliente más dicha que en una cena de lujo sin alma.
Así que sí: tener menos trae paz. Pero no por lo que quitas, sino por lo que dejas entrar cuando sueltas. Y si no me crees, haz la prueba: guarda el celular una tarde, sal a caminar sin rumbo, siéntate en silencio y escucha lo que tu alma lleva años queriendo decirte. Puede que descubras que la felicidad siempre estuvo ahí, debajo del ruido. El Tarot de Jesús solo ayuda a quitar las capas.