Cómo dejar de pensar en tu ex y seguir adelante

«Esos recuerdos siguen volviendo, como si estuviera reviviendo la ruptura una y otra vez. ¿Cuándo se detendrán?»

Esa pregunta. Esa sensación. Ese nudo en la garganta que aparece de la nada, como si tu corazón se negara a aceptar lo que tu mente ya sabe. ¿Por qué, a pesar del tiempo, el eco de esa historia sigue resonando en tu pecho?

Tal vez ya has intentado de todo. Bloquear, eliminar, distraerte. Tal vez has hecho listas de razones por las que fue lo mejor, has salido con otras personas, te has repetido mil veces que el pasado es pasado. Y sin embargo, ahí está. En un olor que te recuerda a esa persona, en una canción que suena en el supermercado, en una conversación casual que menciona su nombre. Y otra vez, el mismo dolor. Como si tu corazón no hubiera recibido el memo de que ya es hora de seguir adelante.

Pero aquí está la verdad que nadie dice en voz alta: el duelo por una relación perdida no es una línea recta. No es un camino bien iluminado con señales de «Salida» cada pocos metros. Es un laberinto. A veces crees que ya encontraste la puerta, solo para tropezar con un callejón sin salida que te devuelve al punto de partida. Y eso es frustrante. Agotador.

¿Cuándo se detiene? No hay una respuesta exacta, y sé que eso no es lo que quieres escuchar. Pero lo que sí puedo decirte es esto: el dolor no dura para siempre, aunque ahora lo parezca.

La trampa de la nostalgia

La mente es tramposa. Te hace recordar solo los momentos buenos, como si todo hubiera sido un cuento de hadas. Esos paseos al atardecer, esas risas cómplices, esa sensación de pertenencia. ¿Pero y las noches de llanto? ¿Las discusiones sin fin? ¿Los momentos en los que te sentiste invisible o incomprendido?

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No es que el amor no fuera real, es que la mente selecciona los recuerdos como una playlist de lo mejor de los 2000, dejando fuera las canciones que no encajan con la narrativa de la nostalgia. Y eso hace que el duelo se sienta más injusto. Como si hubieras perdido algo perfecto. Pero no lo era, ¿cierto?

Cuando el corazón y la razón no van al mismo ritmo

Es curioso, porque muchas veces sabemos que debemos seguir adelante. En la teoría, todo tiene sentido. No era la persona adecuada», «No podía seguir así», «Merezco algo mejor. Y sin embargo, el corazón no entiende de lógica. Late a su propio ritmo, arrastrando cicatrices que no desaparecen de la noche a la mañana.

Es como cuando intentas olvidar una melodía pegajosa. Cuanto más te esfuerzas por sacarla de tu cabeza, más fuerte suena. Así funciona el duelo. No es algo que puedas forzar. Es algo que, eventualmente, se desgasta solo.

¿Y entonces, qué hago mientras tanto?

Bueno, por un lado, date permiso para sentir. No intentes callar ese dolor a la fuerza. No te castigues por extrañar, por recordar, por tener días en los que todo parece retroceder. Forma parte del proceso.

Pero también es importante que no te quedes atrapado en ese espacio. El duelo es como el fuego: si lo alimentas con pensamientos constantes, sigue ardiendo. Pero si dejas de darle leña, poco a poco se apaga.

Aquí algunas cosas que pueden ayudarte:

  • Deja de idealizar lo que fue. Cada vez que sientas que la nostalgia te arrastra, recuerda también las razones por las que no funcionó.
  • Crea nuevos recuerdos. No puedes borrar el pasado, pero puedes llenar tu vida con nuevas experiencias que le den menos espacio a lo que ya no está.
  • Habla, escribe, suelta. A veces, lo que pesa es lo que no se dice. Encuentra una forma de liberar esos pensamientos sin que te devoren por dentro.
  • Cambia la pregunta. En lugar de preguntarte «¿Cuándo se detendrá esto?», intenta preguntarte «¿Qué puedo aprender de esto?». No te digo que todo tenga un «propósito» divino, pero cada experiencia nos cambia. ¿En qué persona te estás convirtiendo después de esto?
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La verdad sobre «superar»

Mucha gente piensa que «superar» significa olvidar por completo, dejar de sentir cualquier cosa. Pero quizás no sea así. Quizás «superar» significa recordar sin que duela. Significa poder mirar hacia atrás sin quedarse atrapado ahí. Significa seguir adelante sin cargar con el peso del pasado en cada paso.

Y eso pasa. No de un día para otro, ni de la forma en que esperamos. Pero pasa. Un día te despertarás y, sin darte cuenta, te habrás olvidado de contar los días desde que terminó. Un día esa canción ya no tendrá el mismo efecto en ti. Un día te darás cuenta de que, aunque no creías posible, estás en otro lugar, emocionalmente hablando.

Y ese día, sin que te des cuenta, habrá llegado tu libertad.

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