“¿Estoy dejando que las cartas decidan por mí? ¿No debería yo ser quien tome las decisiones?”
Ese pensamiento te asalta en medio de la noche, cuando todo está en silencio y las dudas pesan más que el sueño. Has consultado las cartas una y otra vez, buscando claridad, pero ahora te preguntas si esa claridad no se ha convertido en una especie de jaula. No es que no confíes en el tarot, es que, en el fondo, dudas de ti mismo.
Es normal. Ese temor a perder el control, a depender de algo externo para decidir sobre tu vida, es más común de lo que crees. Lo que quizá no te han dicho es que no estás solo en esta incertidumbre. Más personas de las que imaginas sienten lo mismo, ese tira y afloja entre la intuición, las señales externas y el deseo de tomar las riendas de su destino.
¿De quién son estas decisiones, realmente?
Piensa en esto: el tarot no es más que un espejo. Un espejo simbólico, sí, pero un reflejo al fin y al cabo. Cuando miras las cartas, no están dictando tu futuro, sino iluminando posibilidades, mostrando caminos que tal vez no habías considerado antes. Entonces, ¿por qué sientes que estás cediendo el control?
A veces, la raíz del problema no está en el tarot ni en las cartas, sino en el miedo a cometer errores. Creemos que, si dejamos todo a nuestra intuición, podemos equivocarnos de manera irreversible. Entonces buscamos una confirmación externa, algo que nos diga: “Vas bien, sigue por aquí”. Pero la verdad, aunque incomoda, es que los errores son parte del proceso. Sin ellos, no hay aprendizaje, ni crecimiento.
El poder que ya tienes
Imagina que tu vida es un coche y las cartas del tarot son el GPS. Puedes encenderlo y escuchar las sugerencias, pero la decisión final sobre qué camino tomar siempre será tuya. El GPS puede sugerirte una ruta más rápida, otra con menos tráfico o una que pasa por paisajes hermosos. Sin embargo, si decides apagarlo y seguir tu instinto, el coche sigue avanzando.
El verdadero problema comienza cuando te quedas inmóvil en una encrucijada, paralizado por el miedo a tomar una decisión equivocada. Y ahí es donde las cartas pueden ser útiles: no para decirte qué hacer, sino para recordarte que cualquier camino que elijas será válido.
Una historia personal
Recuerdo la vez que consulté las cartas porque sentía que mi vida amorosa estaba en un limbo eterno. Pregunté, interpreté, analicé… pero al final, no hacía nada. Las cartas decían: “Es hora de soltar”. Pero, ¿soltar qué? ¿La relación? ¿Mis expectativas? ¿Mis miedos?
Pasé semanas pensando en ello hasta que un día me di cuenta de que no necesitaba más respuestas, sino acción. Tomé una decisión—no porque las cartas me lo dijeran, sino porque en mi corazón ya sabía lo que tenía que hacer. Y sí, dolió. Pero también liberó.
¿Y si todo es una conversación?
Tal vez estás viendo las cartas como un juez con un mazo, dictando sentencias definitivas. Pero, ¿y si las vieras como un amigo sabio con quien conversar? Un amigo que no te obliga, que solo sugiere.
Haz este ejercicio: la próxima vez que saques las cartas, en lugar de preguntar “¿Qué debo hacer?”, pregúntales “¿Qué estoy ignorando?” o “¿Qué necesito ver desde otra perspectiva?”. A veces, cambiar el enfoque de tus preguntas puede transformar toda la experiencia.
Consejos prácticos para recuperar el control
- Deja espacio para tu intuición. Antes de consultar las cartas, dedica unos minutos a reflexionar. Escucha lo que ya sabes en tu interior. A veces, la respuesta está más cerca de lo que crees.
- Toma notas de tus lecturas. Escribe lo que las cartas te dicen, pero también lo que sientes al interpretarlas. Con el tiempo, te darás cuenta de que las respuestas más poderosas siempre vienen de ti.
- Establece límites. No necesitas consultar las cartas para cada decisión. Resérvalas para momentos en los que realmente necesites claridad o una perspectiva fresca.
- Acepta el error como parte del viaje. No existe una decisión perfecta, solo experiencias que te enseñan y te moldean.
Reflexión: el arte de confiar en ti mismo
Volvamos a esa pregunta inicial: “¿No debería yo ser quien tome las decisiones?”. La respuesta es un rotundo sí. Pero aquí está el giro: siempre lo has sido. Incluso cuando te apoyas en las cartas, la decisión final es tuya. Lo que pasa es que a veces no nos damos suficiente crédito.
Al final del día, las cartas no te controlan. Eres tú quien las baraja, quien las lee y quien les da significado. No les cedes el poder; lo usas como herramienta para encontrar el tuyo.
Así que la próxima vez que sientas que estás perdiendo el control, respira. Recuerda que las cartas no están ahí para dictar, sino para acompañar. La brújula siempre ha estado en tus manos, aunque a veces la niebla la oculte. Y si te equivocas, ¿qué importa? Hasta el mejor capitán se pierde en alta mar antes de encontrar tierra firme.
¿Y tú? ¿Qué decisión tomarás hoy, sabiendo que el poder siempre ha estado contigo?