«Por más que consulto, nadie me dice la verdad… todos me endulzan el oído, pero sigo igual o peor.»
Esa frase se la escuché a una mujer una madrugada, entre suspiros de cansancio y decepción. Había recorrido gabinetes, líneas de tarot, incluso brujitas de Instagram que prometían amor en 3 días y trabajo fijo con un amarre. Pero ahí estaba, otra vez, rota y sin respuestas. La escuché. Y luego le dije lo que nadie se atrevió: la verdad, sin adornos.
Porque ese es el Tarot de Jesús el Guapo. El tarot que te mira de frente. Que no te acaricia los oídos pero sí el alma, aunque duela.
Y sí, me dicen “el Guapo” por fuera, pero lo que importa es lo de dentro. Porque mi tarot no es un show, ni un producto, ni una mentira disfrazada de esperanza. Es un espejo limpio. Es una conversación contigo mismo. Y es también un golpe suave al ego, cuando hace falta.
No es magia barata, es realidad afilada
¿Te ha pasado que preguntas si esa persona volverá, y todos te dicen que sí? Claro… te lo dicen porque es lo que quieres oír. Pero a veces no va a volver. O si vuelve, no será como tú esperas. Y ahí es cuando te duele doble: por la verdad, y por la ilusión rota que te vendieron.
Conmigo no hay promesas huecas. Hay respuestas. Hay cartas, sí, pero también hay intuición, años de experiencia, y sobre todo… una profunda conexión con lo que no se ve pero se siente.
¿Y sabes qué es lo más bonito? Que cuando te dicen la verdad —la de verdad— algo dentro de ti empieza a colocarse. Como si la tristeza encontrara su lugar y ya no desordenara todo. Como si el dolor empezara a entenderse, a ser útil.
¿Y por qué confiar en mí?
Porque yo también he estado ahí. En lo oscuro. En lo roto. En lo de “ya no puedo más”. Yo también fui el que llamaba buscando respuestas, hasta que entendí que no todo el mundo está preparado para darte lo que necesitas. Y ahí empezó mi camino.
Desde niño vi cosas. Sentí cosas. Y lo que al principio parecía raro, luego se volvió un don. Me formé, leí, me afiné. Pero más que nada, aprendí escuchando a las personas. Escuchándolas de verdad, con el alma.
Y un día entendí que no quería ser como los otros. No quería ser el que te dice “todo va a ir bien” sin mirar si en tu carta está el colgado, el diablo o la torre. Quiero ser el que te ayuda a entender por qué te pasa lo que te pasa… y qué puedes hacer con eso.
No soy para todos (y está bien)
Si buscas que te diga que tu ex te ama cuando ya se casó con otra, no soy tu tarotista.
Si necesitas que te confirme que ese trabajo llegará “sí o sí” cuando las cartas gritan cambio, esfuerzo o paciencia… tampoco.
Pero si estás harto de mentiras dulces y quieres que alguien te hable con los pies en la tierra y el alma en el cielo, aquí estoy. Soy Jesús el Guapo. Y sí, el guapo que dice verdades que duelen pero sanan.
24 horas. Porque la angustia no tiene horario
¿?
Yo no creo en turnos ni en excusas. Atiendo cuando me necesitas. Sin intermediarios, sin gabinetes, sin recepcionistas con voz de robot.
Aquí hablas conmigo. Y conmigo te encuentras. Porque muchas veces, el tarot no es para ver el futuro, sino para recordar quién eres cuando todo se cae.
“Pero… ¿el tarot sirve?”
Buena pregunta. Depende.
Si lo usas para que te digan solo lo que quieres oír… probablemente no.
Pero si lo usas para mirar dentro de ti, para comprender tus patrones, para soltar a quien ya no vibra contigo, para reencontrarte… entonces sí. Sirve. Y mucho.
El tarot es como una linterna en una cueva. No cambia el camino, pero te lo muestra. Y si estás dispuesto a caminar, entonces ya no hay oscuridad que te detenga.
¿Y el precio?
Te lo digo claro: no soy caro. No quiero serlo. Porque la verdad no debe ser un lujo. Mis precios son accesibles, pensados para que cualquiera que lo necesite pueda consultarme. Porque para mí, ayudar no es un negocio. Es mi misión.
Y no, no te haré perder ni el tiempo ni el dinero. Aquí se viene a crecer, no a estancarse más.
¿Y si no creo en estas cosas?
También está bien. No necesitas creer en mí. Solo necesitas creer un poquito en ti. Lo demás, lo vamos descubriendo juntos.
El tarot no es religión ni superstición. Es una herramienta, una brújula, una conversación entre lo que eres y lo que puedes llegar a ser. A veces las cartas no adivinan, simplemente confirman lo que tu intuición ya sabía, pero no te habías atrevido a escuchar.
La vida cambia cuando te decides a mirarla sin filtros
No me creas a ciegas. No quiero eso. Solo te pido que vengas con el corazón abierto. Con las ganas de escucharte. De sanar. De dejar de buscar fuera lo que hace tiempo está dentro.
Porque cuando dejas de esperar que alguien o algo te salve, y decides tomar las riendas, todo empieza a moverse. A veces suave. A veces con sacudida. Pero siempre hacia adelante.
Y si en ese camino quieres a alguien que te diga las cosas de verdad, que te respete, que no te juzgue y que te hable como a un amigo… aquí estoy.
Jesús. Tarotista. El Guapo. El real. El que no endulza… pero acompaña.
Quizás no tengo todas las respuestas. Pero tengo una manera honesta de buscarlas contigo.
Y a veces, solo con eso… ya empieza a cambiar todo.