¿Estoy usando el tarot como una manera de evitar enfrentar la realidad de mi relación?

Te entiendo. Es una pregunta incómoda. Una que no siempre se formula en voz alta, pero que se queda dando vueltas en la cabeza mientras miras una carta tras otra, buscando respuestas, buscando consuelo… o quizás solo buscando una pausa. Porque a veces, más que respuestas, lo que queremos es eso: un respiro.

¿. Preguntamos otra vez. Y otra. Como si de alguna forma, el universo fuera a decirnos algo distinto. Algo que nos dé permiso para no tener que enfrentarlo todavía. Porque enfrentar la realidad —especialmente en el amor— no es cualquier cosa. Puede ser brutal. Puede doler más que cualquier otra carta que se cruce.

He conocido a muchas personas que empiezan con el tarot por curiosidad, pero se quedan porque tienen miedo. Miedo a perder, a equivocarse, a quedarse solos. Y poco a poco, sin notarlo, el tarot deja de ser una herramienta de claridad y se convierte en una especie de escondite emocional. Un lugar seguro donde las decisiones se posponen, los silencios se llenan y las verdades se difuminan.

Pero… ¿y si estamos confundiendo guía con evasión?

Imagínate esto: estás en una relación que ya no vibra. Hay distancia, hay dudas. No hay comunicación real desde hace semanas. Pero en lugar de hablarlo con tu pareja, le preguntas a las cartas si te sigue queriendo. Luego si te va a dejar. Después si piensa en otra persona. Y así, un día tras otro. No haces nada con esa información, solo sigues preguntando.

¿Qué pasaría si ese mismo tiempo lo invirtieras en una conversación incómoda, pero honesta? ¿O en terapia? ¿O simplemente en observar cómo te sientes de verdad, sin necesidad de que una carta lo diga?

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El tarot no está mal. No es el villano aquí. Es solo que, como cualquier herramienta poderosa, depende del uso que le demos. Es como un espejo: puede reflejarte con claridad… o puede volverse un laberinto si solo buscas el reflejo que te hace menos daño.

Y a veces no queremos claridad. Queremos anestesia.

A mí también me ha pasado. No soy inmune a eso. He hecho tiradas que, en el fondo, ya sabía lo que iban a decir. Tiradas que no quería que me respondieran en serio. Solo quería sentir que estaba haciendo algo. Que no estaba tan perdido. Que el universo aún tenía algo reservado para mí… aunque yo no moviera un dedo.

Ese es el truco más silencioso del escapismo disfrazado de espiritualidad: te da la sensación de que estás avanzando, pero en realidad estás dando vueltas en el mismo sitio.

Y no te juzgo por eso. En serio. A veces necesitamos ese círculo de protección antes de poder mirar de frente lo que duele. Pero hay un momento —si estás leyendo esto, puede que sea ahora— en el que necesitas preguntarte:
Porque la verdad no siempre se revela en una carta. A veces se revela en un silencio incómodo. En esa lágrima que sale cuando apagas la luz. En esa intuición que llevas semanas ignorando, pero que no se calla.

Y la realidad de tu relación, sea cual sea, no va a cambiar porque la Rueda de la Fortuna haya salido derecha o porque la Luna haya aparecido tres veces seguidas. Lo que cambia las cosas es lo que tú decides hacer después de ver esa carta.

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¿Te da claridad? ¿Te impulsa a actuar? ¿O simplemente te da una excusa más para no moverte?

Hay una diferencia entre consultar el tarot y esconderse en él. La primera te conecta con tu poder. La segunda te lo roba sin que te des cuenta.

Y ojo, no estás solo en esto. Muchos hemos confundido guía con evasión. No te hace débil. Te hace humano. Pero también puedes elegir distinto. Puedes usar el tarot como una brújula y no como una burbuja.

¿Cómo?

Empieza por hacerte preguntas honestas antes de sacar una sola carta.
Preguntas como:

  • ¿Qué me da miedo enfrentar hoy?

  • ¿Estoy buscando confirmar algo que ya sé?

  • ¿Qué decisión estoy evitando?

Y después, observa cómo te sientes. Sin cartas. Sin oráculos. Solo tú contigo. Tal vez ahí es donde empieza la verdadera magia. No en la predicción, sino en la honestidad.

Si lo piensas, el tarot no es una receta exacta. Es una conversación. Pero si solo usas esa conversación para evitar tener otras, más reales, más dolorosas… entonces no estás siendo justo contigo mismo.

Te lo digo con cariño: mereces claridad. Merezco claridad. Y a veces la claridad llega cuando por fin dejamos de preguntar afuera y empezamos a escucharnos por dentro, con todo el ruido, la duda, y el caos que eso conlleva.

El tarot puede ser una luz… o puede convertirse en una sombra si no lo usamos con conciencia. La elección es nuestra.

Quizás hoy no tengas todas las respuestas. Pero si esta pregunta —“¿Estoy usando el tarot como una forma de evitar la realidad?”— te tocó algo dentro, quizá ya diste el primer paso hacia algo más verdadero.

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Y aunque no lo parezca, ese paso vale más que mil tiradas.

¿Seguimos caminando?

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