Esa frase. Cruda. Honesta. Dolorosa.
Muchos no lo admitirán en voz alta, pero ahí está: el miedo a la verdad. No a cualquier verdad, sino a esa verdad que presientes, que quizá has intuido más de una vez, pero que no te atreves a mirar de frente. Porque si el tarot lo confirma… ¿entonces qué? ¿Qué haces con lo que sabes?
El tarot, para muchos, es una brújula espiritual. Pero también puede sentirse como un espejo afilado. No siempre te muestra lo que quieres ver; te muestra lo que necesitas ver. Y eso, sinceramente, a veces no estamos listos para recibirlo.
La paradoja del buscador
¿Te ha pasado alguna vez que pides una lectura, incluso la pagas, y cuando estás a punto de escuchar… te invade un silencio incómodo? Es como si algo dentro de ti gritara: ¡Detente! No quiero saberlo. Lo curioso es que la mayoría de las personas que buscan el tarot no lo hacen por simple curiosidad, sino porque hay algo dentro de ellas que necesita una respuesta.
Y sin embargo, también está el otro lado de esa moneda: el miedo paralizante. “¿Y si me dice que se va? ¿Y si me confirma que ya no me ama? ¿Y si nunca voy a lograr eso que tanto quiero?”
El tarot no causa el dolor. Solo revela lo que ya está germinando en tu interior.
La verdad puede doler… pero más duele la incertidumbre
Aplazar la verdad tiene su propio precio. Lo sabemos, aunque no lo queramos aceptar. Vivimos días enteros con esa sensación punzante en el pecho, esa duda que nos muerde por dentro y nos resta paz.
No saber desgasta. Es como vivir en un pasillo sin puertas. Ni avanzas, ni retrocedes. Estás atrapado.
Entonces, ¿vale la pena seguir escapando de la respuesta? Tal vez no se trata de estar “preparado” para la verdad. Tal vez nadie lo está al cien por cien. Tal vez se trata de decidir si queremos seguir en la oscuridad… o permitirnos encender una pequeña luz, aunque al principio nos deslumbre.
«No quiero que me digan que se acabó»
Una de las confesiones más humanas que escucho como lector de cartas es esa: “No quiero que me digas que esto no tiene futuro.” Y lo entiendo. Cuando algo o alguien significa tanto para ti, cuando has invertido tiempo, ilusión, sueños, esperas… duele más que te digan que no va a funcionar.
Pero ¿te has preguntado alguna vez por qué duele más escuchar que ya lo sabías, que seguir fingiendo que no?
A veces el tarot no viene a romperte, sino a darte permiso. A decirte: “sí, tienes razón en lo que sientes. No estás loco, ni loca. Esto no fluye porque ya no tiene energía.”
¿Y si el tarot no viniera a destruir, sino a liberar?
El falso consuelo de no saber
Es curioso cómo funciona nuestra mente: evitamos la verdad para no sufrir, pero esa evitación nos encadena al mismo dolor día tras día. Es como tener una espina clavada y negarte a verla, esperando que desaparezca sola.
No saber nos da un consuelo momentáneo, pero prolonga el malestar. Nos convierte en prisioneros de suposiciones, interpretaciones, silencios.
Saber, por duro que sea, nos devuelve el poder.
¿Y si pudieras sostener esa verdad sin que te derrumbe?
Mira, no tienes que estar perfectamente fuerte para enfrentarte a lo que el tarot pueda mostrarte. No necesitas estar en paz total, ni ser invulnerable. Solo necesitas tener una intención: la de crecer.
Y crecer, amigo o amiga, nunca ha sido cómodo.
Pero hay algo hermoso en atravesar esa incomodidad con los ojos abiertos. En darte cuenta de que puedes mirar la verdad… y seguir de pie. Tal vez temblando, tal vez con lágrimas, pero de pie.
Un paso valiente: no evitarte a ti mismo
A veces, más que la verdad en sí, lo que más miedo da es la sensación de que nos estamos traicionando. Porque cuando evitamos escuchar lo que ya intuimos, nos sentimos en guerra con nuestra propia intuición. Nos negamos la oportunidad de entendernos.
Y eso desgasta más que cualquier revelación dolorosa.
El tarot no viene a darte órdenes. No es una sentencia. Es una conversación. Una conversación contigo mismo. Con tu alma. Y aunque esa charla no siempre sea cómoda, puede ser profundamente transformadora.
Entonces, ¿estás listo?
Tal vez la pregunta no es “¿Estoy preparado para escuchar lo que el tarot tiene para decir?”. Tal vez la verdadera pregunta es: ¿Estoy preparado para empezar a vivir con más claridad, aunque eso implique cambiar lo que ya no me sirve?
Eso, al final, es lo que hace la verdad. No solo te informa. Te transforma.
Y sí, habrá momentos donde querrás cerrar los ojos. Donde el miedo y la duda te susurren que sería mejor no saber. Pero en lo más profundo, sabes que la claridad no se negocia. Que vivir con conciencia, aunque duela, siempre será más liviano que vivir con autoengaños.
Así que si estás aquí, preguntándote si es momento de escuchar… probablemente ya lo sea. Porque solo el hecho de que te lo cuestiones ya indica que tu alma está despertando.
Y la verdad, aunque duela, nunca será tu enemiga.
Será tu primer paso hacia ti.